Reto 3 – Mi camino: reflexión metodológica.

Mi forma de trabajar no parte de un método lineal ni de un plan definido. Para mí, el proceso se parece más a un ciclo interno que vuelve una y otra vez: caos → curiosidad → exploración → transformación → conocimiento → caos. No es un camino recto, sino un movimiento constante entre ideas, sensaciones y nuevas preguntas. Algo que leo me lleva a otra cosa, eso me hace pensar en otra, y así la idea inicial va cambiando sin que yo lo fuerce.

La curiosidad es lo que me mueve. Investigo hacia afuera, a través de lecturas, referentes, materiales, técnicas, etc. pero también hacia adentro. Mi investigación interna es igual de importante: entender qué me provoca una idea, de dónde viene, qué emoción hay detrás. A veces el proyecto avanza porque yo he entendido algo nuevo, no porque haya encontrado una información externa concreta.

Cuando estoy trabajando en un proyecto, las decisiones me suelen llegar como un eureka, un clic inesperado. Puede aparecer en el tren, doblando un papel o leyendo algo que ni siquiera está relacionado. No puedo forzar ese momento, pero sí que lo reconozco cuando llega. Ese clic es lo que me ayuda a avanzar, y mi camino se construye siguiéndolo.

Al ver a los artistas de Grid Spinoza, me sentí identificada en varios puntos. De Mireia Sallarès me resonó su manera de empezar desde lo vivido y aceptar que la primera fase es caótica. También comparto su visión del error como algo fértil. De Dora García me quedo con la lectura e investigación como motores, y con la idea de empezar desde un “¿qué pasaría si…?”, algo que yo también hago al tratar de imaginar los escenarios posibles. Me tranquiliza su visión de la investigación como algo que no siempre necesita llegar a conclusiones, sino contar bien una historia. Con Roc Parés conecté en su manera sincera de hablar del riesgo y el fracaso. Me gusta su idea de que un proyecto puede no funcionar y aun así formar parte del camino, porque muchas veces es así como descubro algo que no había visto en un principio, o que había algo en lo que mi intuición tenia razón y por qué.

Pensando en mi proyecto, estoy construyendo un libro-objeto que nace de mi ciclo de caos-curiosidad. Para encontrar su forma estoy probando diferentes estructuras: dos-à-dos, 6-folds, túnel, acordeón… He hecho prototipos con papel simple para sentir cómo se abre, cómo se pliega, qué funciona y qué no. No sabía al principio cuál era la estructura adecuada; el camino se abrió solo cuando algunas opciones me hicieron clic. Ahora estoy eligiendo cada estructura según la palabra del ciclo: ¿qué forma puede representar el caos sin ser desordenada? ¿Cuál fomenta la curiosidad? ¿Cómo se vería la transformación si pudiera verla? ¿y el conocimiento? ¿cómo hago que el espectador se sienta animado a explorar?

Sé que el contenido será principalmente visual: dibujos, texturas, capas de color. La imagen me llega antes que la palabra, así que creo que este es el mejor camino. Quiero que cada parte del libro dialogue con una parte de mi proceso interno.

La experimentación será lo que al final me ayude a tomar las decisiones. Sin probar, fallar y repetir, no sabría qué camino tomar. En mi caso, el error y el azar abren caminos que yo sola no vería, y en cambio el tiempo me sirve para no desviarme demasiado y no eternizarme en una duda o idea.

Para avanzar necesito tiempo, paciencia, hacerme preguntas, escribir ideas y, sobre todo, meter las manos en los materiales: papeles de distintos gramajes, cartón, papel de seda, pegamento, hilo, acuarelas, lápices, tijeras, cúter… Y para documentar uso mi cámara, mi cuaderno y a veces Photoshop para preparar bocetos o escalar imágenes.

Mi camino no es rígido y sé que puede cambiar mientras trabajo. Pero ahora mismo, este proceso curioso, intuitivo, experimental y lleno de pequeños clics, es el que mejor acompaña mi manera de crear. quisiera poder mirar atrás y ver qué partes funcionaron y cuáles evolucionaron conmigo.

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